domingo, 14 de febrero de 2010

JUSTICIA

Fui lo último que vieron sus ojos. Por un instante no existió nada más que aquellas pupilas fijas que ya no me volverían a mirar.
El tiempo no importaba, los gritos no importaban, el dolor ajeno no importaba.
Alguien tocó mi hombro, pero mi hombro no era mío. Era de otra persona que tenía mi cuerpo y respondía a mi nombre, pero no era yo.
-Levanta, hay mucho que hacer- dijo una voz.
-Levanta –pensé yo-, levanta, levanta.
Pero mis piernas no eran mías.
-Tenemos más heridos, te necesito en aquella mesa.
Me acerqué y en la nueva cara vi los mismos ojos suplicantes que acababan de abandonar al otro cuerpo y luché por su vida. Luché por la vida contra la injusticia de la muerte del inocente que no puede defenderse de su miseria.
No pude ganar todas las batallas, nadie puede ganar todas las batallas, pero no por eso dejé de luchar. Porque la justicia es la lucha contra la miseria y la barbarie.
No te preguntes por qué. Pregúntate por qué no luchas junto a los que no pueden defenderse.
I.R.Fuentes

CUESTIONES:

1. En qué contexto puede darse esta situación.
2. ¿En qué persona aparece narrado?
3. ¿Cuál es el principal mensaje que encierra este texto?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este cuento es muy bonito, me gusta mucho.

Anónimo dijo...

Con pocas palabras transmite mucho. A veces estamos más ocupados en buscar culpables que en solucionar los problemas. Un cuento acertado.