martes, 9 de febrero de 2010

HISTORIAS DE RELATIVISMO CULTURAL (9/II/2010)
-Esperad unos momentos, voy a ver si podemos pasar- dijo el guía antes de desaparecer.
Allí nos quedamos esperando entre los pesados pilares que soportaban aquella gran construcción de maderas y fibra vegetal. Nos sentamos sobre un gran tronco que hacía las funciones de banco. Las mochilas sobre la espalda sudada, recuperándonos de la gran caminata por el campo domesticado de Célebres.
- Podéis pasar- No dijo mucho más. Pero, como es bien sabido, un turista debe hacer todo lo que le comunica su guía, si quiere sobrevivir con éxito en un país extraño. Creíamos que el objetivo de esa visita era apreciar la arquitectura tradicional de esa isla indonesia. Subimos la empinada escalera de madera bellamente labrada hasta alcanzar una gran estancia. Las paredes presentaban una inclinación inversa como el interior de una barca que la tormenta hubiese volcado. Apenas se divisaban muebles, sólo unas cuantas sillas cerca de la pared del fondo. Una niña jugaba sobre las maderas envejecidas. Un abuelo parecía vigilarla desde su somnoliento reposo. El guía se acercó más a su sedente figura invitándonos a prestar mayor atención. De pronto me di cuenta. Su piel tenía el apagado brillo del cuero envejecido y yermo. Los ojos descansaban en una larga oscuridad y su pecho no se balanceaba con el ritmo pausado de la respiración.
Está muerto- exclamamos. Mientras la niña seguía correteando en el bosque de nuestros pies y los del abuelo. ¿Pero qué hace aquí si está muerto?
- Sí está muerto, pero esta es una familia pobre. El abuelo murió, pero aún ellos no han logrado ahorrar para comprar el búfalo que es necesario para celebrar el funeral e invitar a toda la familia. Llevan meses ahorrando.
- ¿ Y mientras tanto?. Mientras tanto el abuelo no está “oficialmente” muerto. Le aplican una serie de hierbas que retrasa su descomposición, y sigue sentado en la sala principal hasta que no tenga lugar el funeral. Se supone que está “vivo”, aunque dormido y sigue formando parte de esta familia.
Parece una extraña costumbre morir y seguir entre los vivos hasta que la familia y la sociedad no reúna los recursos necesarios para oficializar la muerte. De alguna manera, podría pasar con algunos de nosotros que seguimos en el mundo de los vivos, ocupando un espacio y actuando como tales, alejándonos del pasado momento de nuestra muerte.

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