domingo, 14 de febrero de 2010

JUSTICIA

Fui lo último que vieron sus ojos. Por un instante no existió nada más que aquellas pupilas fijas que ya no me volverían a mirar.
El tiempo no importaba, los gritos no importaban, el dolor ajeno no importaba.
Alguien tocó mi hombro, pero mi hombro no era mío. Era de otra persona que tenía mi cuerpo y respondía a mi nombre, pero no era yo.
-Levanta, hay mucho que hacer- dijo una voz.
-Levanta –pensé yo-, levanta, levanta.
Pero mis piernas no eran mías.
-Tenemos más heridos, te necesito en aquella mesa.
Me acerqué y en la nueva cara vi los mismos ojos suplicantes que acababan de abandonar al otro cuerpo y luché por su vida. Luché por la vida contra la injusticia de la muerte del inocente que no puede defenderse de su miseria.
No pude ganar todas las batallas, nadie puede ganar todas las batallas, pero no por eso dejé de luchar. Porque la justicia es la lucha contra la miseria y la barbarie.
No te preguntes por qué. Pregúntate por qué no luchas junto a los que no pueden defenderse.
I.R.Fuentes

CUESTIONES:

1. En qué contexto puede darse esta situación.
2. ¿En qué persona aparece narrado?
3. ¿Cuál es el principal mensaje que encierra este texto?

martes, 9 de febrero de 2010

HISTORIAS DE RELATIVISMO CULTURAL (9/II/2010)
-Esperad unos momentos, voy a ver si podemos pasar- dijo el guía antes de desaparecer.
Allí nos quedamos esperando entre los pesados pilares que soportaban aquella gran construcción de maderas y fibra vegetal. Nos sentamos sobre un gran tronco que hacía las funciones de banco. Las mochilas sobre la espalda sudada, recuperándonos de la gran caminata por el campo domesticado de Célebres.
- Podéis pasar- No dijo mucho más. Pero, como es bien sabido, un turista debe hacer todo lo que le comunica su guía, si quiere sobrevivir con éxito en un país extraño. Creíamos que el objetivo de esa visita era apreciar la arquitectura tradicional de esa isla indonesia. Subimos la empinada escalera de madera bellamente labrada hasta alcanzar una gran estancia. Las paredes presentaban una inclinación inversa como el interior de una barca que la tormenta hubiese volcado. Apenas se divisaban muebles, sólo unas cuantas sillas cerca de la pared del fondo. Una niña jugaba sobre las maderas envejecidas. Un abuelo parecía vigilarla desde su somnoliento reposo. El guía se acercó más a su sedente figura invitándonos a prestar mayor atención. De pronto me di cuenta. Su piel tenía el apagado brillo del cuero envejecido y yermo. Los ojos descansaban en una larga oscuridad y su pecho no se balanceaba con el ritmo pausado de la respiración.
Está muerto- exclamamos. Mientras la niña seguía correteando en el bosque de nuestros pies y los del abuelo. ¿Pero qué hace aquí si está muerto?
- Sí está muerto, pero esta es una familia pobre. El abuelo murió, pero aún ellos no han logrado ahorrar para comprar el búfalo que es necesario para celebrar el funeral e invitar a toda la familia. Llevan meses ahorrando.
- ¿ Y mientras tanto?. Mientras tanto el abuelo no está “oficialmente” muerto. Le aplican una serie de hierbas que retrasa su descomposición, y sigue sentado en la sala principal hasta que no tenga lugar el funeral. Se supone que está “vivo”, aunque dormido y sigue formando parte de esta familia.
Parece una extraña costumbre morir y seguir entre los vivos hasta que la familia y la sociedad no reúna los recursos necesarios para oficializar la muerte. De alguna manera, podría pasar con algunos de nosotros que seguimos en el mundo de los vivos, ocupando un espacio y actuando como tales, alejándonos del pasado momento de nuestra muerte.

JUSTICIA (9/II/2010)

JUSTICIA

Toda mi infancia me enseñaron que había justicia y que debíamos ser justos. Me enseñaron que si te portabas mal, las cosas te saldrían mal y serias castigado. Y sin embargo si te portabas bien, la vida o Díos te recompensaría. El principio parecía claro. Pero conforme la mirada con la que contemplaba mi entorno se ampliaba, empecé a vislumbrar que este principio no era algo tan matemático como yo imaginaba. Había compañeros de clase vagos y felices a los que su padres agasajaban como en una fiesta continua. Otros sin embargo eran formales y trabajadores y sus padres no sólo no recompensaban, sino que a veces no veían.
En mi juventud me acerqué a las corrientes orientales de pensamiento. Esas que explican el mundo en una continua rueda de encarnaciones y reencarnaciones, donde el alma permanece y se va depurando. Conceptos como dharma y kharma que parecían encajar en el principio anterior y lo ampliaban mas allá del tiempo y del espacio de una sola vida.
Sin embargo, cuando miró las imágenes de niños desnutridos en la televisión, cuando una nueva hambruna, terremoto o inundación sacude mi retina, me cuesta imaginar que hicieron para merecer esto. Al contemplar la mirada limpia de un niño de niño naufragando sobre un saco de huesos y piel, no encuentro en ella culpa ninguna, más allá de los que contemplamos este escena y seguimos viviendo como si no pasara nada.
Cuando estudié en Granada, conocí al amigo de unas vecinas. Le llamaban “el sordo”, porque sólo oía con un sonotone. Aunque tenia nuestra edad, no veía sin sus profundas gafas de culo de vaso. Lo adornaba un profundo prognatismo en su mandíbula y se estaba quedando calvo a sus 25 años. Llevaba varios años estudiando y cada verano comunicaba a sus padres que había aprobado el curso, aunque eso nunca fue cierto. No aprobó nunca ninguna asignatura – a pesar de estudiar como todos-, a pesar de cambiarse de carrera varias veces. Salvo una vez que un profesor por las asignaturas que había aprobado y al decirle que ninguna, le aprobó la suya para que no lo expulsaran de la facultad.
Su voz tenia el tono y el timbre de una niña y a veces, cuando contestaba el teléfono, le respondían: “anda, bonica, dile a tu madre que se ponga”. Finalmente era homosexual, claro que su aspecto le dificultaba enormemente entablar relaciones. Aunque lo conocí enamorado, no recuerdo que nadie le correspondiera.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Por algún amigo común, sé que vive sólo – murieron sus padres- y es basurero.
No creo en que exista la justicia, al menos tal como nos la contaron. Espero al menos que exista en algún lugar mas allá de nuestra comprensión. Que su aparente inexistencia se deba sólo a que nos falta la perspectiva para poder contemplarla y la inteligencia para comprenderla. Me gustaría que fuese así. Ojalá sea así.

1¿Crees que existe la justicia en el mundo?
2.¿ Crees que cada uno tiene lo que se merece en su vida?
3.¿Crees que algo o alguien se encarga de administrar esta justicia en el mundo?
4. ¿Crees en la suerte? ¿Crees que es aleatoria o implica algún tipo de justicia?
5. ¿Cómo entiendes tu la justicia?