lunes, 5 de abril de 2010

El sentido de la vida II

EL SENTIDO DE LA VIDA
Un coche avanzaba con dificultad por la pesada arena de un camino de playa. Las luces iluminaban los lirios de mar y las salicornias rojizas. De pronto se alzó unos manchas oscuras que revolotearan huyendo de la luz e impactaron con un ruido sordo contra los cristales del coche. El conductor, un sobresaltado guardia civil, se paró y abrió la puerta. recogió un par de pollos de alcaraván que yacían exhaustos tras el impacto. Pensó que hacer con ellos. Se acordó de los niños del cuartel y pensó que les servirían para jugar unos cuantos días, mientras los pollos aguantaran.
A la mañana siguiente, la algarabía era tremenda. Los niños enseguida se animaron a jugar con los pollos. Los cogían y los lanzaban. Los alcaravanes batían las alas con frenesí e iniciaban un arriesgado vuelo. Alcanzaban los cuatro o cinco metros de altura hasta que agotados, caían sobre suelo con un batir inútil de alas. Pronto quedó evidente que uno de ellos estaba ligeramente herido de un ala y su vuelo era más infructuoso. Pronto quedó preservado por su inutilidad. Refugiado dentro de una oscura caja de cartón.
El alcaraván sano fue sobradamente utilizado por los chicos. Lanzado una y otra vez a un cielo inalcanzable. Hecho un revoltijo de alas y plumas interminable.
Un día fuimos a abrir la caja y el que había estado acurrucado, débil y olvidado inició un primer vuelo largo que no tuvo fin y que le llevó a perderse entre las nubes. Mientras rebuscábamos en la caja al que había servido de largo entretenimiento. Yacía agotado sobre el suelo de la caja, agonizaba.

¿Qué sentido ves al cuento?
¿Crees que los fuertes siempre sobreviven?
¿Crees en la suerte?

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