lunes, 12 de abril de 2010

EL SENTIDO DE LA VIDA

Vivir implica nacer y con el nacimiento comenzamos la vida. Lo contrario de la vida no es la muerte, sino no nacer.
Nacer y morir son dos actos en los que no interviene nuestra voluntad. No nacemos porque queramos y no morimos porque queramos. Hasta los suicidas no deciden su muerte, sino cómo y cuándo se produce ésta. Así que lo que queda en medio, la vida, es sólo un lapso de tiempo entre dos acciones en las que poco tenemos que decir.
De pronto, al poco de nacer, tenemos conciencia de nuestra vida y empezamos a sentir dolor o placer. Buscamos el placer, aunque a veces implique el dolor ajeno. Huimos del dolor, aunque a veces implique también el dolor ajeno.
Somos criaturas que buscamos respuestas… y preguntas. Nos encanta poner nombre a todo, clasificarlo todo y organizarlo todo, cuando, en realidad, el caos impera y gobierna la mayoría de nuestros actos.
Buscar sentido a la vida es un camino que no termina. La vida es sólo eso, vida. Podemos darle sentido si nos preocupamos por buscárselo o nos proponemos dárselo.
Aprendemos de la experiencia, por lo tanto, la primera decisión es cuestión de instinto. Y el conjunto de decisiones da lugar, si se quiere o se busca, a una interpretación que es múltiple.
Tu vida tiene para ti un sentido distinto al que le dan los demás. Uno no se ve como le ven los otros y este prisma infinito, este exceso de interpretaciones, nos lleva a un embotamiento que nos nubla el sentido y nos impide ver la razón de vivir.
Sólo recuerda que vivir es un arte y tener vida, un accidente.

Inmaculada R. Fuentes

CUESTIONES

1. ¿Por qué crees que intentamos encontrar un sentido a la vida?
2. ¿Crees que tiene alguno? Justifica tu respuesta.
3. En caso afirmativo, ¿crees que es un sentido universal, es decir, el mismo para todo el mundo?

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